top of page

Ausencia de argumentos

Actualizado: 17 sept

ree

La degradación de la política colombiana se refleja en la pobreza argumentativa y falta de coherencia ideológica; esto hace notable la desidia y falta de lectura; la poca formación académica de muchos lideres sociales y políticos, en especial los voceadores de ideologías diversas que promueven ideas falaces y que pretenden tener la razón, justifican su marrullería en los medios de comunicación y redes sociales que le sirven de parlantes o amplificadores a una sociedad poco educada en temas políticos de interés nacional.


La complicidad con sus lideres políticos y los medios corporativos les permiten expresar sus propuestas a su amaño.


El deterioro de la derecha colombiana, como fuerza política, no solo es evidente en la ausencia de liderazgo auténtico y propuestas concretas para el país, sino también en su dependencia sistemática de estrategias basadas en el miedo, la manipulación y la confrontación. Estos métodos, lejos de proveer soluciones reales o construir consensos, han reforzado el hartazgo de la ciudadanía, que observa cómo estas prácticas profundizan la polarización y perpetúan un ciclo de violencia que va en detrimento de un anhelado consenso que culmine en un generalizado bienestar colectivo.


El caso del atentado al senador Miguel Uribe Turbay es un ejemplo claro de esta dinámica. La instrumentalización de este tipo de hechos trágicos con fines políticos no solo pone en riesgo la vida de las personas implicadas, en este caso de la víctima objeto del atentado, sino que también deslegitima la esencia misma de la política como herramienta para el diálogo y la construcción de un mejor futuro. La contradicción de un senador que, pese a conocer los responsables del asesinato de su madre, estaba aliado con los mismos sectores que lo dejaron en peligro, refleja la falta de visión y coherencia que caracteriza a ciertos liderazgos de la derecha en Colombia.


Al mismo tiempo, no se puede ignorar la influencia de actores externos y redes de poder en este panorama político. La referencia a las alianzas con sectores que proyectan sombras de corrupción, de agencias internacionales y agentes locales, apoyados por organizaciones sicariales prepagos, subraya el alcance de estas tramas y su impacto en la estabilidad del país. Estas estrategias no solo buscan silenciar al presidente de la República, sino también neutralizar cualquier intento de movilización ciudadana o consulta popular que desafíe los intereses del establecimiento.


Sin embargo, el uso del miedo como herramienta de poder tiene límites. La sociedad colombiana ha demostrado, a lo largo de su historia, una capacidad de resistencia y una voluntad de organizarse frente a la opresión. A medida que los ciudadanos se preparan para enfrentar la manipulación y la violencia política, se abre la posibilidad de construir una sociedad más participativa y comprometida con el cambio estructural necesario para superar estas dinámicas.


El mito de la "seguridad democrática," promovido durante años como solución mágica frente a los desafíos de violencia y criminalidad, se revela como una trampa que perpetúa el control y la regresión social. Este enfoque de coerción política, represión de la protesta y estancamiento de los procesos sociales no ofrece un camino hacia un futuro sostenible, sino que condena al país a repetir los errores del pasado y a mantener una brecha entre las élites y el resto de la población.

ree

La ausencia de una cultura argumentativa seria y de fondo, alimenta la polarización y dificulta la construcción de consensos genuinos, los discursos se limitan a consignas vacías o a descalificaciones personales. Así, los verdaderos problemas estructurales del país quedan relegados mientras la ciudadanía es arrastrada a debates estériles incapaces de transformar la realidad.


Frente a este panorama, es crucial que los ciudadanos exijan un cambio en el discurso y en las prácticas políticas. Esto incluye el rechazo a las narrativas basadas en el odio, la polarización, la exclusión y la discriminación; debe ser reemplazada por un discurso que fomente la empatía, el entendimiento mutuo y los consensos, así como el cuestionamiento de los privilegios y poderes que perpetúan las desigualdades, solo a través de un liderazgo ético, comprometido con la verdad y la justicia social, se podrá superar el declive de un modelo político que ya no representa los intereses ni las aspiraciones de la mayoría de los colombianos.


Colombia merece un presente y un futuro donde la democracia no sea solo un concepto, sino una realidad vivida por todas las personas en igualdad de condiciones. Para ello es necesaria y urgente la coexistencia pacífica, razonada y razonable en medio de la diferencia. 

 

Por: Edvards Mercado


Comentarios


bottom of page