
Crisis de lideres en la izquierda progresista
- RAZONES TENGO
- 30 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 jun
La revolución del progresismo va por el lugar correcto, está en movimiento; movimiento social que pide orden y unidad.
La izquierda colombiana, por ser numerosa y diversa, no está leyendo la coyuntura propuesta por su máximo líder que lleva un enorme potencial estructural transformador. La falta de cohesión actúa como su principal limitante. Las tensiones internas y las discrepancias ideológicas entre sus distintas facciones dificultan la consolidación de agendas comunes y la ejecución de reformas que puedan impactar significativamente en la sociedad. La Izquierda para seguir siendo poder debe mantener la pugnacidad frente a intereses mezquinos que obstaculizan el desarrollo social del país y revelarse en las calles, es el mejor método para fortalecer el proyecto político. Una sociedad consciente, movilizada, despierta del letargo y la mentira, mientras otros sirven como perros de ataque en los medios de comunicación y redes sociales.
En un país como Colombia, marcado por polarizaciones ideológicas y una creciente desconfianza en las instituciones del estado, el liderazgo político enfrenta desafíos sin precedentes. La capacidad de articular movimientos sociales y traducirlos en reformas efectivas se ha convertido en la piedra angular de cualquier proyecto político que aspire a transformar la sociedad, sin embargo, la falta de cohesión entre las fuerzas progresistas y el arraigo de prácticas que priorizan intereses individuales sobre colectivos, amenazan la posibilidad de construir una alternativa sólida frente a estructuras de poder desgastadas.
Para fortalecer al progresismo como fuerza política es crucial enfrentar dos problemas, primero la falta de liderazgos efectivos y dos la inexistencia de un partido político robusto.
Un liderazgo carismático como el de Gustavo Petro no es suficiente, no puede ser perenne; debe ser complementado con liderazgos y estructuras estables que aseguren la continuidad del proyecto. En ese sentido, el llamado es a construir un liderazgo progresista que no solo sintetice las demandas del movimiento, sino que también inspire una visión compartida capaz de trascender diferencias internas. Este liderazgo debe ser inclusivo y estratégico, capaz de articular las voces de la izquierda para convertirlas en acciones coordinadas que resulten en un cambio estructural sostenible. La revolución no debe quedar atrapada en disputas ideológicas ni en melancolías por reformas inconclusas, sino avanzar con firmeza hacia la construcción de nuevas etapas de impacto social.
Si se logra articular un liderazgo colectivo, consolidar su estructura organizativa y desarrollar un enfoque transformador arraigado en la inclusión social, podrá redefinir el panorama político y convertirse en una fuerza imparable en la construcción de un país más justo y equitativo.
En este contexto, la izquierda debe abandonar ciertas pruebas de pureza ideológica que frenan el avance político y no deja fluir nuevos líderes porque aún persiste el sectarismo y la pugna interna.
Otro de los grandes peligros que enfrenta la izquierda progresista a falta de una estructura robusta y cohesionada, es la tendencia de quienes dejan el poder a convertirse en detractores del proyecto político que antes lideraron. Este fenómeno, que puede ser causado por resentimientos personales, diferencias ideológicas o intereses particulares, tiene el potencial de debilitar el movimiento desde dentro, por ello, es crucial fomentar liderazgos que no solo sean efectivos en el ejercicio del poder, sino que también sean capaces de mantener y fortalecer las iniciativas progresistas sin traicionarlas.
La clave radica en transformar la diversidad en fortaleza, en canalizar las energías dispersas hacia un objetivo común que reinvente el progresismo como una fuerza organizada, capaz de asumir el liderazgo del cambio. Solo así podrá la izquierda superar su fragmentación y enfrentar con éxito los desafíos que plantea un sistema cada vez más desigual y polarizado.
Por: Edvards Mercado
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